Riesgos y oportunidades de la actual crisis europea
Gabriel Holand
El problema central que traerá la crisis europea para la economía global será el impacto que tendrá la caída en el consumo en ese continente sobre el resto de los países del mundo. Por empezar, las empresas de la UE buscarán nuevos nichos de mercado para vender su producción excedente disminuyendo a la vez el ritmo de sus importaciones. Por otro lado, las empresas del resto del mundo que hoy le venden a Europa se verán obligadas a lanzarse a una batalla competitiva para ganar nuevos mercados y así reemplazar a sus clientes europeos. Un dato interesante: el 17% del total de las exportaciones argentinas tiene como destino países de la UE.
Y dado que la crisis europea llegó para quedarse (salvo en los países bálticos, Polonia y Noruega) y que sus efectos tienen aún final incierto, las dos preguntas que se formulan los mercados son: ¿cuánto impactarán en el crecimiento económico y el comercio global los problemas económicos de los países del Viejo Continente?, y ¿cuándo los mercados financieros de los EE.UU. y Asia se separarán de la ola negativa global y retomarán su senda alcista?
Gran problema. La crisis complica el acceso al crédito para las empresas en el mundo. Podríamos decir en forma simplista que a corto plazo los descensos en los precios de las acciones impactan sobre todo en el valor de mercado de las empresas y en el bolsillo de los inversores, pero el encarecimiento del crédito y la disminución de la oferta de líneas de financiación en el mundo impactan directamente al flujo de la economía y el comercio global.
Los indicadores que analizan los volúmenes de emisión y venta de nueva deuda corporativa señalan que en las últimas semanas las empresas globales lanzaron al mercado la menor cantidad de nuevos bonos de la última década, debido a la perspectiva de que la crisis de deuda soberana en algunos países de Europa y sus consecuentes planes de ajustes monetarios y fiscales contraigan el crecimiento de la economía global.
Refuerza ese achicamiento del mercado de crédito el hecho de que los costos de endeudarse para las empresas subieron a su mayor pico desde la crisis de Lehman Brothers. Las medianas y grandes empresas globales emitieron el mes pasado u$s61.000 M en nueva deuda, lo que representa sólo el 30% de los bonos lanzados al mercado durante abril y el monto más bajo desde el 2000. Asimismo, el costo de endeudarse para las empresas privadas globales creció más de un 20%.
Y es lógico que las tasas privadas suban y los volúmenes de la oferta de crédito disminuyan, ya que en tiempos de crisis los inversores prefieren resguardar sus fondos en la “seguridad” de los bonos del Tesoro de los EE.UU., aunque la rentabilidad que ofrecen sea cercana a cero. Por lo tanto, las empresas que requieren fondos de los inversores deben pagar un premio más alto.
Incertidumbre. Los flujos financieros globales se dirigen a comprar activos más volátiles cuando pueden estimar y cuantificar los riesgos que se corren al realizar dichas inversiones; de esta manera al retorno esperado de una inversión se le puede calcular e incluir una prima de riesgo.
Pero en el entorno de incertidumbre actual, la magnitud de los riesgos resulta muy difícil de calcular como para establecer una prima de riesgo, y por ende también se dificulta para los inversores entender qué rendimiento sería satisfactorio para invertir en los activos más volátiles. De allí que muchos de los apostadores prefieran tomarse un descanso.
Los mercados emergentes y los EE.UU., sin embargo, se diferencian de Europa. Analicemos qué está pasando con los llamados Credit Default Swaps, especies de “pólizas de seguro” que le garantizan al comprador de un bono que, aunque éste caiga en default, le será restituido su dinero.
En Europa se incrementan los costos de esa “garantía contra quebrantos”, lo que refleja el clima de desconfianza existente sobre la capacidad de repago de algunos deudores soberanos y privados de ese continente. Así, el precio de los seguros sobre posibles defaults de las 125 compañías de primera línea aumentaron más de un 20% durante las últimas semanas.
En los EE.UU., no obstante, el humor de los inversores se muestra más optimista. Así lo indica al menos el índice S&P, que señala que la chance de que las empresas no financieras norteamericanas pierdan su buena calificación crediticia es la más baja de los últimos dos años, debido al mejoramiento de las condiciones macroeconómicas en el país del norte.
El sentimiento positivo de los mercados de bonos en los países emergentes es parecido al de los EE.UU. Las primas de riesgo reflejadas en las tasas de interés de los préstamos bajaron casi un 10% en los últimos 15 días, aunque se mantienen altas en relación con abril.
Hoy las oportunidades de inversión están en Asia y los EE.UU. Si bien la coyuntura global oscurece el panorama económico y financiero en el corto plazo, sería bueno tratar de mantener la cabeza fría y resguardar el norte estratégico en las inversiones. Una vez pasado el actual terremoto, la economía de Asia seguirá siendo la locomotora del mundo y los EE.UU. continuarán recuperándose, aunque a ritmo más lento.
Existen varias razones que mejoran las perspectivas de Asia en relación con Europa.
El mercado interno asiático se encuentra en crecimiento, con una alta demanda potencial insatisfecha y empleo creciente.
Las empresas presentan sólidos balances y los particulares tienen un nivel de deuda inferior al 30% de sus ingresos.
Dado que el grado de apalancamiento especulativo es menor en Asia, no tiene que enfrentar los problemas de ataques del mercado que sufre Europa.
La balanza fiscal de Asia está más saneada que la de Europa o los EE.UU., y las dificultades para aunar criterios en temas de política fiscal y monetaria entre sus países no existen. Las actuales tensiones militares entre las dos Coreas vienen de antaño, y si China evalúa que le conviene la paz podría contener los ánimos belicistas.
En Oceanía se destaca Australia, considerado también país emergente. Su moneda, el dólar australiano, cayó 10% desde el inicio del pánico, lo cual carece de sentido desde el punto de vista macro para un país que crece al ritmo del 3% y con niveles de endeudamiento menores al 25% de su PBI.
Conclusiones. Veremos en el mundo grandes diferenciaciones en cuanto a la evolución económica futura de los países y alianzas estratégicas. Y juntamente con la diferenciación entre países o bloques, evolucionarán sus monedas.
En términos relativos, los emergentes –con Asia a la cabeza– evolucionarán económicamente mejor que los EE.UU. y Europa. A su vez, los EE.UU. tendrán mejor performance que la UE.
Desde la crisis del 2008 y hasta aquí, Asia y los emergentes(incluido nuestro país) crecen y mucho; a la vez, los EE.UU. parecen salir del pozo y empezar a crecer nuevamente. La expectativa de crecimiento global para este año y el próximo, aun con crisis europea, se ubica en el 3% anual.
Probablemente sea momento para que el inversor global analice qué activos incorporar a su portafolio de inversiones, aunque estemos en medio de la tormenta.
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lunes, 31 de mayo de 2010
Riesgos y oportunidades de la actual crisis europea
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