Salvando el rebote de ayer, las Bolsas del mundo mostraron mayoría de números en rojo en los últimos días y sólo obtuvieron ganancias aquellos inversores que compraron bonos del tesoro de los EE.UU. a largo plazo u operaron “corto” apostando a la continuidad de la tendencia bajista en el precio de los bonos emergentes, acciones, commodities y también del euro.
Hasta el oro se mantuvo últimamente en una zona de lateralización de precios, presionado por aquellos que compraron por la incertidumbre del mercado y los que vendieron necesitados de hacerse de cash.
Mientras tanto, el Banco de España debió intervenir?una caja de ahorro española (compañía de ahorro y préstamos), mientras que otras cuatro se fusionaron a fin de consolidar sus patrimonios golpeados por la crisis que envuelve a la península ibérica. El indicador de la Bolsa española Ibex 35 cerró su rueda del lunes 25 de mayo con una baja de 3,05%, ubicándose en el?punto más bajo de lo que va de este año: 9.004 puntos. El valor de las acciones del BBVA perdieron 4,48% y las de banco Santander 3,93 por ciento.
A las Bolsas del resto del mundo les ha ido en forma parecida a la española. Y en todos los mercados de valores el sector más castigado fue el financiero.
Está claro que el temor instalado en los mercados financieros del mundo se profundizó al observarse que las medidas tomadas por los gobiernos europeos para detener la crisis lograron hasta ahora escasos resultados, notándose en la Unión Europea la falta de una estrategia común y creíble.
Algunos analistas pensaron que la onda expansiva de la crisis europea podría circunscribirse a los países de ese continente. Pronto se vio que esa teoría era más un sueño que una realidad. Los hechos indicaron hasta ahora la existencia de factores objetivos –políticos y económicos– que golpearon a Europa y éstos hicieron que el deseo de los países de la alianza de mantenerse unidos se deteriorara rápidamente. Pero pensar que la mencionada posible desintegración de la UE sería poco importante para el resto del mundo es sólo producto de una especulación intelectual. Es imposible saber objetivamente qué sucedería en el futuro de la economía y finanzas globales si la UE se desintegrara.
Por las dudas recordemos que al principio de la crisis subprime; algunos analistas pensaban que la misma sólo afectaría al 5% de las carteras crediticias de los bancos y se focalizaría casi exclusivamente en los EE.UU., pero el “cisne negro” de la realidad se ocupó de mostrar lo contrario
La conclusión es que los inversores, ante un riesgo real y palpable (ejemplo: riesgos de default de deuda pública), corren a protegerse (dólar-oro) y sólo saldrán de su temor si perciben que Europa blanquea todos los problemas económicos en su real magnitud y toma medidas en conjunto para resolverlos.
Porque de poco sirve el plan de rescate europeo de u$s1 trillón si se desconoce la magnitud real del “agujero” financiero de la UE, simplemente porque no se sabe cuánto dinero más habrá que poner para acabar con la crisis y si los grandes banqueros –como Alemania– estarían dispuestos?a bancar todo lo que hace falta, con planes económicos que suenen lógicos de cumplir para los países en problemas. La corriente parece ir para el lado de las inconsistencias y el mercado lo percibe “volando”?a la calidad.
En ese sentido, los comentarios de Angela Merkel el viernes pasado fueron una muestra de los factores que suman incertidumbre a los mercados. La premier mencionó algunas ideas por las cuales a aquellos países de la UE con indisciplina fiscal se les debería retirar su derecho a voto en las cuestiones comunes a la alianza, además de que los presupuestos nacionales de los países europeos en problemas deberían ser aprobados por toda la UE. Asimismo, dejó traslucir una especie de “manual de operaciones” para que aquellos países de la alianza que necesitaran defaultear lo hicieran con cierto orden. Parecería difícil ante este contexto percibir de qué manera se solucionaría la crisis europea. Sería difícil pensar que alguna de estas estrategias ayudarían al bien común de todos los países de la UE, aún en el dudoso caso de que fueran posibles de llevar a la realidad.
La “interna” europea. Mientras tanto, algunas agencias de información del Viejo Continente comentaron el rumor de un inminente colapso de la eurozona, a pesar de los esfuerzos de los gobiernos para mantener viva esa alianza de veintisiete países. Incluso se llegó a sugerir que Alemania podría abandonar la zona del euro como resultado de los exiguos resultados obtenidos en los esfuerzos por controlar la crisis.
Por todo lo expuesto hasta aquí, cabría la posibilidad de visualizar dos escenarios posibles como continuación de la crisis europea.
La primera alternativa sería que Alemania tome la opción de dejar la zona de la moneda?euro y vuelva a su propia divisa: el marco alemán.
En este sentido, el 47% de los alemanes se manifestó deseoso de retornar al deutsche mark, además la coalición de Merkel perdió la crucial elección del 9 de mayo en un claro signo de insatisfacción de los votantes germanos con la alianza que gobierna el país, por lo tanto sería políticamente riesgoso para la premier pedir a sus electores que apoyen “nuevos sacrificios” para ayudar a otros países.
Alemania carece de grandes problemas económicos o financieros, por lo tanto le resultaría beneficioso abandonar la zona del euro para evitar la carga financiera de apoyar a las naciones del “Club Med”, evitando así compartir la abultada cuenta de nuevos planes de ayuda a las naciones en problemas.
Por otra parte, el marco alemán y el Bundesbank tienen una reputación bien establecida, por lo que la divisa germana sería inmediatamente aceptada en el comercio internacional y aún como moneda de reserva.
Y en relación a su deuda pública, hoy nominada en euros, Alemania bien podría canjearla por bonos en marcos alemanes. Sus acreedores podrían ver con mayor simpatías al DM apoyado por Alemania que al euro apoyado sólo por los países que quedarían en la UE.
La segunda alternativa mencionada por algunos analistas es la posibilidad de que Grecia deje la zona euro.
Esta actitud, en primer lugar, sería algo así como una medida ejemplificadora, visto desde el lado de los mercados, hacia aquellos países que no respeten las buenas prácticas de gasto público y déficit fiscal.
Por el lado de Atenas, saliendo de la moneda euro podría controlar su propia política monetaria y tal vez fuera capaz de?atacar con cierto grado de éxito los dos problemas que hoy aquejan a la economía de Grecia:
- Falta de fuentes de financiación: el banco central griego podría emitir su propia moneda y emitir deuda pública en moneda local sin pasar por los mercados de crédito.
- Reactivación de la economía: la reintroducción de su moneda permitiría al gobierno griego devaluar, lo que estimularía la demanda externa para las exportaciones griegas. A la vez la nación helénica evitaría someterse al duro (y poco útil) plan de ajuste impuesto por el FMI y la UE.
El problema práctico para Grecia sería que en un principio nadie aceptaría su moneda y menos aún darle crédito. Por lo cual el gobierno de Papandreu debería financiarse acudiendo al ahorro interno. Mientras tanto, sería posible una postergación en los pagos de la deuda externa griega, con el fin de que el país reconstituya su caja y pueda hacer frente a los gastos corrientes.
Conclusiones. Para intentar salir de su crisis Europa parecería encontrase con dos clases de alternativas: las malas y las peores.
Y para implementar cualquiera de ellas haría falta unidad política y vocación de destino común, mercaderías que al parecer son poco abundantes en el Viejo Continente por estas horas. Y esta ausencia de voluntad de cooperación supranacional se corrobora al ver que los países “fuertes” de la alianza europea hacen cuentas sobre la cubierta del Titanic buscando entender qué les convendría hacer para “salvarse” individualmente, antes que pensar en qué cursos de acción serían los mejores para mantener viva la alianza creada formalmente en 1993.
Por otra parte, cualquier política que se implementara en el sur de Europa para que los países de esa zona emerjan de sus crisis será también costosa en términos sociales y económicos.
Entonces es dable pensar que la reconstitución de la zona euro tiene sentido, pero que las compleja interrelación de factores económicos, políticos, jurídicas e institucionales hace que esta sea muy difícil. A la vez, el costo de romper la alianza podría resultar prohibitivamente alto, aunque más no sea en términos de incertidumbre.
viernes, 28 de mayo de 2010
Los costos de romper la alianza del euro
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