Sobrevaloradas expectativas despertó en distintos medios financieros la primera conferencia de prensa en la historia de la FED que brindará su titular, Ben Bernanke, el próximo miércoles 27 de abril.
Y la justificación para tal ansiedad radicaría en que algunos creen – y desearían- que en tal evento se dejaría traslucir un posible recorte en los planes de expansión monetaria que sostiene el organismo regulador americano y, por lo tanto, el potencial alza en los tipos de interés en EEUU a corto plazo.
Pero, según nuestro punto de vista, es difícil que tales hechos ocurran al menos por este año.
El escenario financiero global de ayer y el actual.
La Reserva Federal, hace dos años, decidió salir en auxilio del mercado para lo cual compró gran cantidad de bonos con el fin de sostener sus precios y proveer liquidez a los inversores. A tal efecto utilizó la “maquinita” impresora de billetes verdes, casi sin descanso.
En ese entonces sus vecinos globales, los bancos centrales de Europa y China por ejemplo, siguieron la misma senda.
Sin embargo hoy la entidad bancaria americana se encuentra casi en soledad con su política, y eso debido a que el BCE subió recientemente los tipos de interés al igual que hicieron los chinos en la búsqueda, dijeron, de contener las amenazas de aumentos de sus precios internos.
Por otro lado el único gran jugador, aparte de EEUU, que mantiene hasta ahora su política de expansión monetaria es Japón, porque el desastre natural que sufrieron los asiáticos a principios de de marzo requiere de esos esfuerzos para mantener la economía funcionando.
La “interna” en el banco central de EEUU
En consecuencia se escuchan últimamente cánticos de guerra de aquellos que pregonan la necesidad que EEUU siga el camino de la Unión Europea y de Beijing en el sentido de retirar los incentivos monetarios, secar la plaza, pero en el mercado norteamericano.
Y en esa línea aparentemente se inscriben algunos presidentes de las Reservas Federales de los distintos estados miembros del organismo monetario que tiene su sede en Washington.
Para que se entienda, el banco central norteamericano consta de un Directorio del cual forman parte delegados (presidentes) de todas los estados (provincias) de la Unión, y el “número uno” designado por el Presidente Obama y ratificado por el Congreso de EEUU es Ben Bernanke.
Y, en ese sentido, puntualmente los representantes de Minneapolis Y Filadelfia sugirieron la necesidad de aumentar la tasa de interés antes de fin de año para evitar supuestos desbordes inflacionarios.
Entonces, para algunos funcionarios tal vez alineados con los sectores mas duros de Wall Street y el Congreso, convendría terminar con los planes que, de hecho, apuntalaron el aumento del consumo y ayudaron al país a emerger de la crisis económica y financiera del año 2008.
Tal vez ellos quisieran seguir los pasos de europeos y chinos, pero olvidan que la suba de tasas de los primeros profundizó aún más la crisis de pagos de los países periféricos de la UE o que los chinos tuvieron razones internas que los llevaron a tratar de evitar que la inflación internacional-alimentos y combustibles-impactara en el consumo de los sectores más populares, todo eso por la vía de las restricciones monetarias.
Pero esas razones nada tienen que ver con la realidad norteamericana en la cual prima en forma urgente el alto desempleo por encima de otras variables.
Y afortunadamente el chairman de la FED, a diferencia de alguno de sus pares, si privilegia en primer lugar la creación de puestos de trabajo y ve a la inflación solo como un problema de segundo orden.
Por tanto sería de esperar que, según ese criterio, el precio del dinero se elevara recién en el año 2012 y siempre que se mantuviera el ritmo de la recuperación americana como hasta hoy sucede.
Y eso sería así, aunque cuesta creerlo, porque la dura recesión y caída de precios internos en EEUU llevó a las autoridades monetarias a adoptar una posición casi Keynesiana, por la cual se subraya que el crecimiento de los precios sería posible solo si aumentara la demanda agregada del público de tal manera que superara a la oferta de productos y servicios, situación que aún estaría lejos de ocurrir en aquél país.
En ese sentido los salarios, que constituyen un indicador adecuado de cómo se encuentra la demanda laboral, se elevan lentamente en la actualidad y, en dirección diferente, los valores de los combustibles y los alimentos si aumentan fuertemente y en efecto hacen subir la inflación.
Pero, de la suma de todos esos factores, se obtiene un crecimiento de precios del orden del 2% anual, cifra que resulta tolerable según los funcionarios de más alto rango que administran la economía americana. Y se piensa que esa tendencia se mantendrá estable durante los próximos meses.
Halcones americanos “a la europea”
Por cierto que algunos sectores políticos de EUU ven las cosas de una manera muy distinta a la anterior.
Ellos asignan menos importancia a la brecha entre la demanda agregada y la oferta como determinante de la inflación porque le dan mayor valor a aquello que sería una necesaria política monetaria “ordenada”.
Entonces se sienten preocupados porque las tasas de interés bajas y los planes de expansión monetaria de la FED se constituyan en motores de la inflación, aún cuando el desempleo permanezca alto.
Además les despierta mayor temor el aumento del precio de las materias primas-alimentos y combustibles sobre todo-.
En síntesis esos sectores tal vez se sentirían más cómodos si vivieran bajo los planes de austeridad que implementó el Banco Central Europeo, quizás porque dichas estrategias favorecerían el repago de los créditos bancarios y las utilidades en dólares de las grandes empresas de su país.
Por supuesto que, según ese modo de ver, el aumento de las tasas de interés en EEUU iría de la mano con un recorte de gastos fiscales.
Y parecería que algunos olvidaron el efecto que esa medicina tuvo en Portugal, donde la reducción del gasto con alto desempleo fue claramente un error.
En ese sentido los sectores lusos que abogaron por la austeridad pensaron que los recortes en el estipendio público elevarían la confianza, aumentarían la inversión privada y traería pocos efectos colaterales negativos. Y, vista la situación actual portuguesa, parecería que se equivocaron con esos puntos de vista.
Es que un estrechamiento abrupto del déficit y el consecuente aumento de impuestos cortarían el rebote incipiente de la economía americana y causarían, por ende, mayor desempleo.
Luego, el ahorro fiscal quedaría anulado por una merma en la producción y el consumo, con lo cual se volvería a fojas cero.
Por tanto, para evitar seguir el paso de Grecia o Portugal, la economía norteamericana debería preocuparse primero por recuperar fuentes de trabajo, y después atender los otros frentes de batalla.
Y una victoria en la taréa de “recuperar el empleo” permitiría volver a la disciplina fiscal a largo plazo.
Por suerte Ben Bernanke orientará la política de la FED durante el año 2011 en ese sentido o , al menos, eso parecería hasta hoy.
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sábado, 30 de abril de 2011
Sin dudasLa Reserva Federal de EEUU dejará las tasas de interés en su nivel actual durante este año.
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