lunes, 11 de octubre de 2010

EL DOLAR PIERDE PERO EEUU GANA

Curiosamente recién ahora gana mayor espacio en las discusiones políticas internacionales, y por lo tanto en los medios de comunicación, la llamada “guerra de las monedas.
Ese conflicto, que bien podría derivar en un enfrentamiento por el dominio del comercio mundial, en realidad tomó fuerzas a mediados del año 2009.

En ese momento la lucha se centró, casi exclusivamente, entre el Yuan y el dólar estadounidense. Entonces, el secretario del Tesoro americano, Timothy Geithner, logró morigerar las presiones de los republicanos para imponer duras sanciones económicas a China por la negativa a revaluar su moneda.
Por su lado, Beijing, sostenía tanto la justeza del valor del signo monetario como de el sistema regulatorio que le permitía intervenir en la fijación de su precio.


Sin embargo a partir de principios de este año, y junto con la crisis de deuda soberana europea que llevó a la fuerte pérdida de valor del euro frente al dólar, otros contendientes comenzaron a pujar con más fuerza y a observar con temor como sus divisas corrían el riesgo de revaluarse frente a la moneda americana, por ejemplo Brasil, Australia y las naciones asiáticas- ex China-.

Y ese pronóstico de potenciales recomposiciones de precios relativos, mencionado en nuestra columna del 1 de febrero de 2010, parece confirmarse actualmente.

Sostuvimos también que, como la mayoría de los inversores extranjeros no podían participar en la compra y venta de yuanes libremente en el mercado de contado, existía la alternativa de beneficiarse con la adquisición de activos financieros de los países vecinos a China, porque sus monedas también parecían subvaluadas y deberían fortalecerse junto al Yuan, tal como sucedió.

Por lo expuesto, y dado que el conflicto monetario es un tema que parecería prioritario para las grandes potencias, tanto el FMI como el Grupo de los 20 le ponen foco especial al problema.

De acuerdo a ello, también los medios de información se ocupan profusamente de mostrar el efecto de las reevaluaciones de todos los signos monetarios, salvo el chino, frente al dólar de EEUU, poniendo el eje informativo en la decadencia del “greenback” y su supuesta perdida de hegemonía global.


Por lo tanto resulta conveniente formular algunas preguntas a fin de poner la cuestión en perspectiva, y tratar de sacar conclusiones útiles para el inversor global.
Por que si bien el dólar va camino a perder espacio estratégico en el mundo, tratará de vender cara su derrota y, en todo caso, retardarla el mayor tiempo posible.
Entonces, para la administración de portafolios de inversión, convendrá diferenciar los posibles movimientos de corto y de largo plazo.



¿La pérdida de valor del dólar es casual u obedece a una estrategia?

Su depreciación en el tiempo excede largamente lo sucedido en las últimas semanas.
Es más, lleva veinticinco años degradándose frente a otras divisas del mundo. Y esa situación resultó de un acuerdo de EEUU y sus aliados, logrado en el año 1985.
En otras palabras, la metrópoli global consiguió desde entonces proteger sus exportaciones y a la vez levantar las barreras de ingreso para aquellas empresas que quisieran ingresar con sus productos al mercado americano. Y eso fue así hasta que se abrieron las puertas al torrente de importaciones chinas, sobre todo desde principios del 2000.

¿Solamente la moneda emitida por al Tesorería de EEUU pierde solvencia?

El contexto mundial indicaría que el conjunto de las divisas más importantes de circulación en occidente merman su credibilidad pública, debido a las emisiones monetarias realizadas por los bancos centrales durante la crisis del año 2008.
Y dentro de esa situación, por ahora, el billete “verde”, conserva algunas ventajas.


¿Por qué, aún depreciada, el “greenback” es aceptado por todos los países del mundo?

Una primera respuesta, práctica y de sentido común, sería reconocer que el mundo “vive en dólares”.
El comercio global y las reservas del mundo se materializan, por lejos, en esa moneda.
Y los contratos financieros también, de manera tal que al cierre de las operaciones del día en las bolsas globales los precios se nominan, en su gran mayoría, en dólares estadounidense.

¿Por qué se beneficia EEUU?

En primer lugar porque el país del norte instrumentó sus planes post crisis 2008 basado en fomentar el consumo interno. Así que emitió moneda con suma tranquilidad a sabiendas de que el mundo, al menos en el corto plazo, no tendría más remedio que seguir aceptándola.
Y eso a pesar de que la riqueza del país no crezca en relación a la mayor cantidad de billetes circulantes, los cuales, por lo tanto ,cada vez tienen menor respaldo en la economía real.
En otras palabras, si el producto bruto no crece e igual se imprime más moneda, la misma pierde valor relativo.


¿EEUU se volvió keynesiano y Europa ultraliberal?

Ni tanto, ni tan poco.
La realidad es que mientras los americanos buscaron incrementar el consumo interno –que representa el 80% de su PBI- para salir del pozo recesivo, Europa prefirió el ajuste fiscal que, objetivamente y a corto plazo, disminuye la capacidad de la población para consumir.

Y esta diferenciación de estrategias, que tal vez tengan algún costado ideológico, muestran sobre todo una realidad: mientras Norteamérica sabe que sus billetes, aún espurios, serán admitidos por todo el mundo, la Unión Europea y el resto de los países del globo conocen que carecen de tal franquicia.
En consecuencia, y como ejemplo, si el gobierno de la premier Merkel en Alemania, o de los presidentes Sarkozy o Lula Da Silva , quisieran implementar planes de desarrollo basados en el poder de su “maquinita” impresora de billetes, se encontrarían con que serían muy pocos los países vecinos que los aceptarían, amén de desatar una carrera inflacionaria dentro de sus propias naciones.

¿Se benefician los mercados financieros con la actual situación?

Definitivamente, porque la mayor cantidad de dólares circulantes permite la existencia de importantes flujos de fondos excedentes que se utilizan para comprar activos financieros.
Y una prueba de ello estáría dada por la revalorización de la deuda emergente de los últimos tiempos que, a diferencia de la de los países maduros, deparó jugosos beneficios este año.
En otras palabras, el apalancamiento financiero vive horas de gloria.

¿Impactará la actual situación en las relaciones sino-americana?

Si, en forma directa. Porque ayuda a Norteamérica exportar más producción propia y comprar menos mercaderías del exterior, sobre todo si tomamos en cuenta que su principal proveedor es China, que tiene un tipo de cambio barato y de paridad fija.

Entonces Washington, al dejar que su moneda pierda valor, logra encarecer las importaciones a su territorio y, muy importante, abarata el costo de sus mercaderías para otros potenciales clientes de ultramar, cuyos signos monetarios se revaluaron frente al dólar.

Por consiguiente, y a modo de ejemplo, actualmente los brasileños o australianos necesitan menor cantidad de dinero local para comprar productos “made in usa”, o manufacturados por empresas de esa nacionalidad que, aunque produzcan en cualquier parte del mundo, finalmente repatrían parte de sus utilidades en moneda dólar.

¿Podría el Fondo Monetario Internacional cumplir un rol eficiente de mediador en este conflicto?

Para que eso sucediera, el organismo multinacional requeriría de atributos de prestigio profesional y ecuanimidad reconocidos globalmente. Sin embargo dichas cualidades fueron puestas en duda durante la crisis del año 2008.
En ese momento, fueron muchas las voces que le imputaron insuficiente competencia al omitir un pronóstico del desastre como así tampoco, luego, actuar en consecuencia.
Además, vale recordar, el organismo actúa como prestamista de fondos a países bajo su supervisión, pero cada vez menos naciones acuden a tomar esas disponibilidades crediticias.
Por lo tanto, y ante su menguada cartera de créditos, la entidad perdió prácticamente funcionalidad operativa.


Conclusiones

Al inversor global, que en este momento se decida a planificar que decisiones tomará en su portafolio con vistas al año 2011, le convendría tomar en cuenta que la pérdida de valor del dólar frente a sus pares globales parece irreversible a largo plazo.

Sin embargo, y en el mientras tanto, la volatilidad de las monedas globales se acentuará, ofreciendo oportunidades de ganancias inmediatas.

Pero, para el grueso de los activos financieros, parecería conveniente concentrar las preferencias en los valores de renta fija de los países emergentes, en menor medida en los de EEUU y, seguramente, lejos de Europa y su moneda el euro.

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