sábado, 6 de noviembre de 2010

Bajo perfil de Brasil en el ultimo G20

En la reciente reunión del Grupo de los 20 desarrollada en Corea el esfuerzo de los ministros de finanzas presentes se focalizó en lograr un acuerdo global para detener la guerra de monedas, arma peligrosa y utilizada con el fin último de mejorar su balanza comercial por las naciones económicamente mas poderosas del planeta.
Según algunos analistas, esta es “la primera vez” que tales funcionarios de alto rango generaron un ambiente conjunto de discusión sobre los tipos de cambios globales con la meta de contener las amenazas de una posible escalada proteccionista en el terreno del comercio mundial, sobretodo entre los dos grandes contendientes: China y EEUU.

CADA CUAL ATIENDE SU JUEGO

El año pasado el Grupo de los 20 sugirió que uniría los criterios de sus países miembros con el fin de establecer estrategias conjuntas que ayudaran a sostener la –entonces- incipiente recuperación de la economía global.

Pero la realidad demostró que en el cónclave finalizado el 23 de octubre cada Nación defendió solo sus intereses particulares, sin tener en cuenta ni un ápice de las necesidades conjuntas a escala mundial.

Y en ese contexto de todos contra todos, EEUU atacó a China por la subvaluación del Yuan, pero a su vez Beijing denostó contra los norteamericanos por inundar el mercado con liquidez excesiva.

Mientras tanto el ministro de Economía alemán, Rainer Bruederle, criticó al presidente de la FED, Ben Bernanke, por la laxitud aplicada en la política monetaria de su país, pero también embistió contra China y le solicitó que “abra sus mercados”.

Como si no alcanzara para desunir el todo, Claude Trichet (presidente el Banco Central Europeo) señaló que “combatir los riesgos de deflación fue también una contribución a la prosperidad global”, sin embargo su región fue en sentido contrario a tal premisa y aplicó planes de ajuste al consumo. Y el objetivo que buscó Ben Bernanke con sus emisiones de dinero fue revitalizar la demanda, pero los europeos lo criticaron.

Para aumentar la confusión general el comunicado de la conferencia señaló que los países del G20 “ ejercerán la totalidad de las políticas tendientes a reducir los desequilibrios en cuenta corriente manteniéndolos en niveles sostenibles", pero no se acordó ninguna medida concreta a tal efecto.

Por lo expuesto cuesta muy poco entender que, dados los intereses contrapuestos y las políticas divergentes lanzadas en la cumbre, cualquier mínimo acuerdo programático para resolver tales divergencias parece muy lejano, sino imposible, en las actuales circunstancias.

EL FONDO DE LA CUESTION

Está claro que un problema central que opera como freno al crecimiento de la economía global lo constituye las diferencias en los balances de cuentas corrientes (comercio de bienes, servicios y rentas) de los distintos países, ya que algunos gastan en exceso y otros ahorran demasiado. Por lo tanto la disputa acerca de los tipos e cambio es solo una –muy poderosa-herramienta, útil para dirimir dichos desajustes.

Así que, aunque la propuesta lanzada en la reunión acerca de que la brecha en los balances comerciales tuviera un límite que no excediera el 4% pudiera tener alguna razonabilidad, tal sugerencia parecería lejos de reunir mucho consenso, al menos por ahora.

La realidad es que al G20 le falta actualmente la energía necesaria para alcanzar acuerdos entre las partes , y tal vez por ello el primer ministro indio, Manmohan Singh , señaló que el organismo muestra “serias dificultades” para conseguir progresos en la idea de poner límites a los desbalances de cuenta corriente de las naciones.



LA DEVALUADA PRESENCIA DE BRASIL

Fue notoria la ausencia en Corea de una delegación brasileña de primera línea. Tanto el ministro de Economía (Guido Manteiga) como el presidente del Banco Central (Enrique Meirelles) permanecieron en casa, y corrió por cuenta del secretario de Asuntos Internacionales de la cartera económica (Marcos Garvalo) la representación del país latinoamericano.

Con esa estrategia Brasilia evitó transitar una situación de enfrentamiento con EEUU, ya que mientras los norteamericanos insisten a los países emergentes para que revalúen sus tipos de cambio, el gobierno del presidente Lula Da Silva se encuentra buscando caminos para quitar vigor al real.
A la vez resultó conveniente mantener a los funcionarios de mayor rango dentro del país ya que, y a solo ocho días de la segunda vuelta comicial, el principal foco de discusión en las finanzas locales se refiere a los riesgos que acarrea la fortaleza de la divisa para el comercio internacional y la inflación en el estado brasileño.

Más aún si se tomara en cuenta que la oposición al PT, liderada por el gobernado de San Pablo José Serra, mejoró sus futuras chances en las urnas combatiendo la actual política monetaria del Presidente Da Silva, alegando que falló en detener la apreciación del real con el consecuente daño a la economía nacional.

En síntesis, el concepto de “bien escaso” aplica para la actual coyuntura global, ya que se refiere a aquel recurso del que existe una cantidad limitada y que, debido a la utilidad que proporciona, tiene un alto valor en el mercado.

Pues bien, el consenso (versus “sálvese el que pueda”) y la amplitud de miras que se percibe en las estrategias de las grandes potencias resultaría cumplir el rol de acervo faltante.

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