sábado, 6 de noviembre de 2010

Existen signos de fortaleza en la conomía de la Union Europea?

Últimamente la principal disputa entre las principales potencias globales se materializa a través de la guerra de las monedas, que tiene como objetivo lograr que el vecino pague la factura ocasionada por la recesión y caída del consumo global, y ese conflicto hizo que la crisis en curso dentro de todas las naciones de Europa pasara a segundo plano.

Y, a la vez, con la caída del valor del dólar se vigorizó el euro. ¿Será ese un síntoma de fortaleza de la Unión Europea?
Definitivamente no lo es.
Más aún, una nueva hecatombe financiera podría estar en curso, esta vez proveniente desde el viejo continente.

Vientos de Tormenta

A partir de la crisis del año 2008 todos los países del llamado Primer Mundo ingresaron en una etapa de sobriedad en el consumo y/o moderación de gastos, públicos y privados.

En consecuencia, muchos gobiernos de Europa cortaron o disminuyeron severamente sus presupuestos aplicados a planes de ayuda social, y a la vez decidieron aumentar los impuestos.

Y esas políticas de severa austeridad-que impactaron con fuerza en los sectores mas populares- fue el resultado del choque entre el llamado “estado de bienestar” europeo y la carencia de la financiación necesaria para sostener los altos déficit fiscales generados.

En ese sentido, es sabido que los presupuestos oficiales de gran cantidad de países están en rojo, y no hay muchos prestamistas dispuestos a arriesgar su dinero en ellos.

Sin embargo, las políticas aplicadas actualmente para contener el gasto y aumentar la recaudación fiscal podrían disparar una nueva crisis financiera, de magnitud similar a la que representó la caída del cuarto banco del mundo en EEUU en setiembre del año 2008.
Veamos como y porque

Una trampa para la Unión Europea

Para muchos, los problemas del llamado viejo continente constituyen actualmente la más seria amenaza para la-mínima- recuperación global en marcha.

Aunque el Fondo Monetario Internacional pronosticó que a riqueza global crecerá un 4% en el año 2011, Europa representarán solo 1,8% de ese aumento, lo cual es muy bajo si se piensa que esa región necesita recuperar millones de puestos de trabajo perdidos durante la crisis.

Claramente, buena parte de los actuales problemas por los que atraviesan los países europeos radican en su demora para iniciar el proceso de integración entre ellos, tal que les permita potenciar recíprocamente sus aptitudes productivas individuales.

Y como consecuencia de esa falta de desarrollo unificado el reconocido “estado de bienestar”, creado en la post segunda guerra, se quedó sin recursos financieros para mantener los beneficios de los que disfrutaron durante hace muchos años.

Por lo expuesto tales programas de ayuda social fueron sensiblemente mermados y, a la vez, se elevaron las cargas impositivas, sobre todo al consumo. En la práctica eso se transformó en una “doble Nelson” que, unida al desempleo, castigó a los sectores mayoritarios de los países europeos.

Es cierto que, de acuerdo a la línea de pensamiento económico que sostienen muchos de sus líderes, no les quedaban muchos caminos alternativos, sobre todo para salvar a sus sistemas financieros.
Y esto fue así debido a que el alto endeudamiento y déficit de fiscal cerró las posibilidades de conseguir líneas de créditos y, además, a tasas de razonables, para continuar con los gastos comunitarios.De esa forma, por ejemplo, la deuda del gobierno griego rinde hoy el 10% a diez años e Irlanda solo consigue fondos al 6% para el mismo plazo.
Inútil razonar esos valores con nuestra “mente” argentina acostumbrada a los dos dígitos de ganancias. Mejor comparar las tasas mencionadas con la que paga Alemania, que apenas superan el 2%, y eso implica para los socios en problemas asumir un costo financiero entre tres y cinco veces mayor que los que paga la deuda del estado germano.

Pero los inversores requerirían aún mayores beneficios para prestar dinero a griegos e irlandeses si los mencionados no hubieran disminuido sus déficits y, por lo tanto, su tasa de riesgo para el mercado.

La mala noticia-que aunque conocida conviene recordar cada tanto- es que esas disminuciones de los rojos estatales tuvieron lugar debido a los recortes en inversiones del estado y aumento de impuestos y esos factores sumado podría agravar aún mas la recesión, exactamente lo contrario de lo que se quiere.

Y en ese sentido los ejemplos conflictivos abundan en la región europea.

En Grecia, el IVA aumentó del 19% al21%.
Esto representa un 10% de crecimiento en ese impuesto que grava directamente el consumo, es decir a la mayoría de las personas, y que no discrimina por mayor o menor poder adquisitivos de las mismas.

En el mismo sentido, en Portugal el gobierno del Primer Ministro Sócrates aprobó un aumento del IVA de 2%.

Por el lado de Irlanda los salarios de los empleados públicos sufrieron una rebaja del 7%.
En España se recortaron subsidios a las familias por nacimiento, etc.

Y para completar el panorama, los niveles de desempleo alcanzaron ya el 11% en Portugal, 12% en Grecia y 14% en Irlanda.

¿Mejorarán esos índices con las medidas tomadas? Difícilmente, al menos a corto plazo, y ya sabe que en el largo plazo muchos no estarán presentes para ver si las estrategias mencionadas dieron buenos resultados.

Porque, además tales restricciones al consumo, al impactar en el poder de compra de los particulares, las posibilidades de obtener nuevas inversiones privadas, por lo cual el remedio podría empeorar la salud del enfermo.
Tal es así que ,en forma inteligente, el American Enterprise Insitute plantea el dilema de muchos países europeos: si la recesión empeorara se recaudarían menos impuestos y se incrementarían los gastos públicos pos subsidios al desempleo, lo cual llevaría al inicio del espiral desmejorando nuevamente el déficit fiscal, y entonces harían faltas nuevos recortes de subvenciones.

Y tal vez por eso muchos ciudadanos en Europa se manifestaron en pública y masiva contra las medidas de austeridad oficiales, que podrían traer solo más miseria.
Un reciente ejemplo lo representron las protestas sociales en Francia, que llevaron a miles de ciudadanos a señalar su disconformidad con las reformas al sistema de pensiones propuesto por el gobierno del presidente Sarkozy.

El temor del sistema financiero.

Por supuesto que con el entorno de presiones sociales descrito los riesgos de defaults soberanos, ya sea por voluntad de los gobiernos o por el retiro de los capitales financieros privados, siguen muy presentes en algunos países europeos.

En otras palabras, en algún momento algunos gobiernos podrían tener que elegir entre mantener la paz social o continuar ajustando el cinturón.

En consecuencia, si un país de la Alianza llegara a incumplir sus pagos, tal vez deba abandonar la zona del euro y volver a su moneda de orígen, cuya emisión podría controlar.
Va de suyo que esto podría llevar a una nueva hecatombe financiera como la vivida durante la quiebra de Lehman Brother´s, según comenta Robert J.Samuelson, prestigioso columnista del diario Washington Post.

Y el razonamiento en ese caso sería sencillo: si una nación incumpliera sus obligaciones, todas las del área euro quedan bajo sospecha.

Entonces los bancos de la zona-que tienen más de USS1 trillón de créditos en cartera de Grecia, Irlanda Portugal, Irlanda y España- podrían sufrir severas pérdidas. ¿Y quien sabe cual sería el final de la historia?

Por supuesto que, a modo de relativa garantía y herramienta de contención de crisis, existe el Banco Central Europeo que permanentemente provee de liquidez a los países con dificultades, pero ¿alcanzará con tal asistencia?

Para aquellos que defienden las estrategias de recortes y austeridad implementadas en Europa, las mismas serán exitosas. En el tiempo, dicen, los ahorros presupuestarios llevarán a una nueva senda de crecimiento, ya que los mercados se sentirán confiados y volverán los capitales de inversión a tasas razonables de interés.

Sin embargo los gobiernos de la Unión Europea tienen doble razón para sentirse preocupados. Según su credo, si dejan de recortar gastos y elevar los impuestos, el dispendio sería inmanejable para sus economías. Pero dichos “ajustes fiscales” podrían ser la trampa que impediría el crecimiento económico y la generación de empleo.

Como es posible ver el final de juego será abierto y, con estas cartas sobre la mesa, los optimistas están lejos de constituir mayoría.

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