Con motivo de los enormes cambios que ocurren día a día en la economía global, y por lo tanto en las finanzas, valdría traer a cuenta un viejo proverbio sajón universalmente difundido que reza: “A Di_s le creemos, pero todas las demás personas deben pagar en efectivo” (“In God We Trust, everybody else must pay in cash).
Sin embargo, y si se tomara en cuenta la falta de confianza en el papel moneda de muchos países del mundo, la expresión mencionada hoy se leería: “a Di_s le creemos, y todos los demás deben pagar en Oro, efectivo no se acepta”
Signo de los nuevos tiempos, esa nueva valoración del metal daría por tierra con la decisión tomada por EEUU en 1971, bajo el mandato de Richard Nixon, por la cual decidió suspender “temporariamente” la convertibilidad del dólar en oro u otros “activos de reserva”.
En consecuencia esa fecha también se constituyó en el “momento cero”, especie de bandera de largada para que la primer potencia del mundo- y otras- emita su moneda con el solo respaldo de su credibilidad política y, tal vez, de la solvencia económica que mostraran.
Sin embargo, por razones interesantes de analizar y entender, Robert Zoellick -ex directivo del banco Goldman Sachs, ex funcionario del Tesoro de EEUU y actual presidente del Banco Mundial- propuso últimamente el retorno del precioso mineral amarillo en su rol de respaldo de las emisiones monetarias, como parte de un nuevo sistema de referencia monetario global.
Por tanto, el vocero del organismo supranacional complementó su idea de retornar al oro cierto valor protagónico con la posible creación de un -poco novedoso- sistema de referencia monetario global, formado por el dólar tanto como al euro, la libra inglesa y al renminbi. Todo ello debido a la pérdida de credibilidad en el valor de las monedas del mundo, las crecientes expectativas de inflación en las principales economías o -¿contradictoriamente?- a los temores de una baja generalizada en los precios de bienes y servicios.
La adopción de tal propuesta implicaría para China permitir la existencia de un libre mercado cambiario interno tanto como la libre flotación del precio de su moneda, ambas medidas resistidas por el Dragón quien controla su mercado de cambios y a la vez rechaza la libre convertibilidad del Yuan.
Y, dado que esas dos regulaciones forman parte de la estrategia financiera de Beijing para impedir que el mercado global de capitales “maneje” el flujo interno de fondos tanto como el valor del yuan, sería difícil que el gobierno de Hu Jintao modifique su accionar de la noche a la mañana.
Por otra parte, nada menos, la propuesta de es funcional a la queja de EEUU y otros países que acusan a China de ser la responsable de los actuales desbalances de cuenta corriente en el resto del mundo y, al mantener restringido su mercado de divisas, distorsionar el funcionamiento de los mercados de capitales. Y es sabido que los chinos prefieren no ceder a presiones del exterior.
Así mismo la mencionada ponencia del BM llega justo a tiempo, cuando en todo el mundo se toma conciencia del riesgo que implica mantener a la moneda de EEUU como la –casi-única divisa de reserva global, toda vez que pertenece a un país que es gran deudor del sistema financiero internacional. Así que, la nueva arquitectura monetaria podría también intentar poner freno a cualquier movimiento de los Emergentes tendiente a generar sistemas de divisas regionales propias que reemplacen al greenback (….si no puedes vencerlos, únete a ellos)
Sin embargo, y además de la inconveniencia china para adherir a un mercado abierto e irrestricto, existen otros problemas que ponen en duda la propuesta del vocero del Sr. Zellick.
En ese sentido el euro, mencionado como posible moneda alternativa de reserva, muestra una fuerte limitación en ese sentido: su mercado de bonos –proveedor de liquidez para financiamiento- es de tamaño insuficiente y además se encuentra disperso entre distintos países de la eurozona.
Y, además, los riesgos de default de países como Grecia, Irlanda y Portugal, poco contribuyen en generar confianza hacia la divisa de la Alianza.
Por todo lo expuesto hasta aquí, parecería que el plan pergeñado por el banco Mundial contiene argumentos sólidos, pero llega a conclusiones que adolecerían de cierta insuficiencia, fundamental a la hora de entender y solucionar los problemas.
El organismo financiero indica que serían el temor generalizado y la pérdida de confianza en el papel moneda emitido por los bancos centrales las razones por las cuales el precio del oro creció mas de 600%en los últimos diez años (la onza troy pasó de valer USS250 en 1999 a USS1400 actualmente).
Sin embargo sería indispensable tener en cuenta al menos otros dos factores centrales que coadyuvan al crecimiento exponencial del mismo y hacen la diferencia.
En primer lugar gran parte de la extraordinaria provisión de billetes realizada por los bancos centrales, lejos de ir en auxilio de la economía real, quedó en poder de las entidades financieras privadas algunas de las cuales, argumentando temor a la potencial insolvencia de sus tomadores, dirigieron los nuevos recursos disponibles hacia jugadores que realizaron lucrativas inversiones en acciones, bonos y commodities, como el oro.
Y tal movimiento especulativo contó con un aliado invalorable: las tasas de interés en el mundo se encuentran en sus valores mas bajos de los últimos tiempos, por lo cual resultó muy barato pedir prestado dinero para invertirlo en-por ejemplo- oro, a la espera de que la escalada de su precio supere los intereses y cargos bancarios a apagar por el crédito tomado.
En segundo lugar, convendría recordar que antes de la híper explosión en su valor, apostar al oro resultaba para el gran público una alternativa considerada casi “boba”, porque no rendía intereses o renta (a diferencia de un bono o un a acción) y además se debía incurrir en costos adicionales si se optaba por guardarlo en una caja de seguridad bancaria. Sin embargo tal opinión del mercado minorista se modificó últimamente
Y a ello ayudó la información difundida por los medios financieros que orientó persistentemente la creencia, casi con grado de certeza y tal vez con una cuota de razón, que el oro sería la casi única solución para proteger los ahorros personales ante los múltiples problemas por los que atraviesa la economía del mundo.
Más aún, un argumento muy sofisticado para justificar la mayor demanda del metal escuchado últimamente- y difícil de probar- es que aquellos inversores que quieren comprar Yuanes-lo cuales es imposible en los mercados de cambios fuera de la "Gran Miralla"- recurren al oro como sustituto de esa divisa.
En opinión de del analista Danny Gabay de la consultora londinense Fathom “se estima que el oro sirve en calidad de sustituto de la moneda china."Los inversores se preocupan cada vez más por el posible incumplimiento de algunas deudas soberanas y piensan que la mayoría de las monedas debe caer frente al renminbi", dice. "Pero debido a su no convertibilidad no pueden comprar el renminbi, por tanto adquieren oro en su lugar, ya que este no puede ser degradado”.
En consecuencia es fácil entender que hoy se viva una especie de fiebre que orientó también un persistente interés minorista hacia el metal, como lo prueba la reciente creación de un mercado a término en nuestro país instrumentado a través del ROFEX con la participación del banco Ciudad de Buenos Aires.
Sería interesante preguntarse, entonces , si existiría una posible “burbuja” del oro, y como una posible respuesta podría tenerse en cuenta que mientras durante los últimos diez años el índice de precios al consumidor en EEUU, el mayor mercado del mundos, aumentó un 22% el oro creció casi veinte veces dicho porcentaje.
En resumen, podría asegurarse que los estados usan la política monetaria para implementar sus objetivos económicos de crecimiento, empleo e inflación.
Pero la provisión (“emisión”) de oro tiene un fuerte componente de acción privada, por ejemplo el ritmo de extracción de los yacimientos, o la oferta y demanda industrial o de joyería privados y por supuesto la especulativa.
Por tanto instaurar un sistema monetario en el cual el metal fuera el fiel de la balanza quitaría bastante poder de decisión a las autoridades monetarias de cada país, lo cual es bueno para algunos y malo para otros.
Conclusiones
En la vida de los mercados financieros a veces parecería que algunos - reales- argumentos técnicos son también utilizados con el fin de respaldar determinados intereses privados.
Por consiguiente, el aumento sideral en el precio del oro responde a factores de desconfianza y temor, pero también al “fogoneo” de ciertos actores que ganan con las variaciones de las cotizaciones.
Y esto no quiere decir ni que la escalada se detenga ni que la misma carezca de razones, fundamentadas y de las otras.
Todo es cuestión de medida y momento, y aquí radica el problema para un inversor conservador, toda vez que algo de oro convendría tener en las carteras.
Y probablemente nunca es tarde para comprarlo aún a riesgo que, en el corto plazo, perdiera algo de valor.
miércoles, 17 de noviembre de 2010
Déjà vu ¿Vuelve el patrón ORO?
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