Algunos analistas europeos pronostican que las acciones de las empresas de su continente tendrán buen crecimiento durante el año 2011 y, así mismo, auguran un crecimiento sostenido en al valor de la moneda euro frente al dólar de EEUU.
Incluso exponen como adelanto de ese escenario el rebote del IBEX -índice de la bolsa española-que trepó más del 10% el viernes pasado.
Sin embargo, desde nuestro punto de vista, la economía europea reúne hoy todas las condiciones para ir de mal en peor, y esta tendencia se acentuará cuanta mas tierra se oculte bajo la alfombra, por tanto traerá consecuencias solo reversibles en el muy largo plazo.
Pero, entiéndase bien, esa hipótesis no necesariamente implica la inminencia de una explosión- aunque tampoco la descarta.
Y para resolver la aparente contradicción conviene hilar finito y separar-hasta donde se pueda- la coyuntura financiera de la realidad económica.
Por tanto es de esperar que, en los mercados, las cosas no se desmadren ya que el Banco Central Europeo está atento a proveer toda la liquidez necesaria para evitar cualquier “corrida” o “ataque” especulativo fuerte de corto plazo.
Pero, por otro lado y en un horizonte más amplio de tiempo, a la economía real le costará mucho recuperarse atento- a los planes de ajuste fiscal vigentes.
¿Qué significa “ganar competitividad”?
Claramente para competir en la “cancha” cada equipo (o país) necesita explotar sus propias capacidades y, si puede, generar nuevas aptitudes para fortalecer su independencia económica.
El camino opuesto a esa estrategia sería seguir el rosario de recetas provistas por quienes muchas veces están lejos de representar los intereses del “enfermo” en cuestión. Y, ya se sabe, que, cada quien defiende lo que le es propio.
Luego la estrategia auspiciada por el Banco Central Europeo se acerca, con mayor firmeza, a proteger los intereses de Alemania y Francia que a proveer herramientas para que las economías más débiles de la alianza puedan fortalecerse y superar su ,por lejos, mas grave problema. Nos referimos al endeudamiento público.
Por lo tanto la oferta de salvataje financieros parciales a los griegos y portugueses-la lista continuará-representa, en el mejor de los casos, una costosa compra de tiempo debitada en la cuenta de los ciudadanos de esas naciones.
La supuesta expectativa positiva que sustenta los préstamos de dinero condicionados a ajustes fiscales radica, sobre todo, en la teórica esperanza de que países como Grecia o Irlanda logren, con el tiempo, recuperar un grado tal de competitividad económica que permita el retorno del bienestar a su gente.
Y mejorar las ventajas comparativas según la economía clásica sería lograr-ejemplo- que el precio de los televisores que fabrica un país caiga en relación al valor de igual producto fuera de su frontera y así, por tanto, se expandirían las exportaciones de quien fabrica más barato.
Además vale recordar que, en la unión monetaria europea, es imposible aumentar las exportaciones vía devaluación ya que el tipo de cambio es fijo para todos los socios.
Por tanto, según el concepto de “realidad” que prima en el pensamiento de los dirigentes europeos, la única forma existente de que los “débiles ” mejoren su balance fiscal y puedan pagar sus deudas, antes que nada, sería mediante la “real depreciación” o “devaluación interna” en sus economías.
Lo cual, en otras palabras, se traduciría en que el precio de los bienes del país “A” bajen en relación al valor de iguales productos del país “B”.
¿Cómo lograr lo antedicho?
Mediante un aumento de la productividad-fabricar más barato- o mediante baja “real” de precios que aumente el poder de compra interna de los salarios.
Ahora bien, dadas las actuales tasas de inflación en el mundo, la única solución “ortodoxa” sería deprimir precios y salarios a la vez.
Vale acotar que, por ejemplo, los chinos van en sentido inverso a esta ponencia ya que fortalecen su demanda interna y, parecería, tan mal no les va.
Las lecciones del pasado reciente
Desde los años noventa países como Grecia, Irlanda, Portugal o España, perdieron buena parte de su competitividad.
De la mano de las bajas tasas de interés internacionales aumentaron la demanda interna y el poder de compra de los salarios pero, por otro lado, la productividad estuvo lejos de crecer de igual manera. Y así comenzó a gestarse la burbuja de consumo.
Mientras tanto, en sentido opuesto, la opulenta Alemania mejoro la relación insumo /producto y además permitió menores alzas salariales en términos relativos.
Por esa, y otras razones, el resultado fue la pérdida de ventajas productivas de los países más pobres de Europa frente a los germanos.
La pregunta indispensable a formular sería ¿ayudarían los ajustes fiscales a que los países periféricos europeos reviertan esa tendencia?
Existen, al menos, tres razones que dificultan seriamente esa posibilidad.
1) Mientras existió el “patrón oro” muchas naciones utilizaron la herramienta de la deflación de precios y salarios para ajustar su déficit fiscal.
Pero la historia reciente demostró que, en la era de del dólar sin respaldo del metal, tal camino fue inútil.
Basta recordar nuestra propia impronta durante la “convertibilidad” desde 1991 hasta el año 2001.Entonces el valor del peso se ató al del dólar y, después de algunos años de deflación, todo terminó en el colapso de nuestra economía.
Y en una experiencia deflacionaria ocurrida al otro lado del Atlántico, en la Comunidad Financiera Africana, el resultado no fue mejor.
En ese lugar se forzó la deflación durante un período de siete años que finalizó en 1993 pero, sin embargo, nunca se logró recuperar competitividad y todo terminó con una gigantesca devaluación de los tipos de cambio locales.
2) El que un país pueda mejorar su perfil exportador depende de la calidad de sus productos frente a similares mercaderías de sus competidores o, tal es el caso de la soja, que se posea un bien escaso y muy necesario para las demás naciones.
Y, en ese sentido, no todos pueden ser Alemania, China o Argentina/Brasil.
3) La siguiente cuestión, y la más importante, en restar competitividad lo constituye el peso de la deuda pública.
Porque cuanto más se depriman los precios y salarios menor será la riqueza que un país genere y, por tanto, menos recursos tendrá para hacer frente a sus obligaciones.
Dado que con los ajustes fiscales el Producto Bruto Interno cae- 30% en Letonia y 20% en Irlanda por ejemplo- quedan menos recursos existirán, siquiera , para pagar los intereses de los créditos.
Por algo decía el economista norteamericano Irving Fisher, en el año 1930, que las estrategias aplicadas para reducir las deudas a veces aumentan el endeudamiento.
Por todo lo expuesto hasta aquí nos permitimos, junto a otros analistas, poner en dudas la anunciada recuperación de la economía europea, al menos para los próximos años.
lunes, 17 de enero de 2011
Europa se encuentra lejosd e resolver sus problemas
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