lunes, 28 de marzo de 2011

Invertir en Japón:¿será una oportunidad?

Negocios son negocios.
Transcurridas algunas semanas del Tsunami en Japón, y con el consecuente derrumbe en los precios de las acciones niponas, los inversores globales comenzaron a hacer los cálculos relativos a la conveniencia de recomprarlas, ya que muchos consideran que se encuentran baratas.
De esa manera analistas y grandes jugadores, como por ejemplo el famoso millonario de Nebraska Warren Buffet, públicamente hablaron sobre la oportunidad de tales adquisiciones.
Y, para aquellas personas decididas a seguir tales opiniones, convendría repasar algunos datos concernientes a la macroeconomía del país asiático y así entender donde se está parado.
El costo material de la tragedia
Según la información brindada por el Banco Mundial el costo de la reconstrucción en Japón rondará los USS350.000 millones, casi el 4% de su Producto Bruto anual. Y la institución bancaria además estima que la recuperación económica demandará al menos cinco años de esfuerzos, pero que a partir del segundo semestre del año 2011 comenzarían a visualizarse los primeros síntomas de mejoría.Además, al ser uno de los países más endeudados en el mundo, Japón deberá conseguir unos USS2.800 billones para refinanciar su deuda pública preexistente al momento del Tsunami.
La paradoja: grandes ahorros y muchas deudas.
Para muchos Japón es un país opulento, tercera economía del mundo, lo cual se manifiesta tanto en la compleja realidad de sus empresas diversificadas por todo el mundo como porque el “hecho en Japón” es sinónimo de calidad o, si se quiere, por la innumerable cantidad de turistas de ese país que visitan los más diversos lugares del planeta, desde N. York hasta Jerusalén o China.
Y todos estos signos parecerían indicar un grado de riqueza importante.
Sin embargo en el país asiático conviven tanto las fortalezas mencionadas como marcadas debilidades económicas.
De esta manera, después de boom de crédito de la década de 1980, el crecimiento de Japón comenzó a estacarse mientras que, a la par, los créditos incobrables del sistema financiero llegaron a las nubes.
Por tanto durante los últimos 20 años muchas acciones del índice Nikkei cayeron hasta un 65%, mientras que existen estimaciones según las cuales los inmuebles particulares perdieron cerca de 50% de su valor real y los comerciales hasta un 70% en algunas zonas del país.
Y el gobierno de la isla respondió a esa crisis con sucesivos paquetes fiscales que, además de no lograr remontar el bajo crecimiento, hicieron que la deuda pública de niveles pequeños hace treinta años pasara a representar el 125% del PBI japonés actualmente.
En definitiva una colosal transferencia de recursos públicos a los bolsillos privados lo cual generó, por cierto, riqueza en las empresas y bienestar en los particulares, aunque a un costo fiscal muy alto.
De esa manera el nivel de déficit de gasto japonés alcanza al 7%, y lo arrastra desde 1990.
Usualmente tales tasas de déficit obligan a los gobiernos a endeudarse para financiarlo. Y en algún momento el endeudamiento se vuelve tan riesgoso que se empeora la calificación crediticia, lo cual obliga a las autoridades a pagar mayores tasas si quieren que el capital extranjero siga proveyendo fondos.
Por cierto, como termina esa historia podemos contarlo tanto los argentinos que vivimos la convertibilidad y el corralito como portugueses, griegos o españoles actualmente.
Pero el gran punto a favor de Japón en ese sentido es que el 95% de la deuda nacional es interna, es decir que se encuentra en manos de sus ciudadanos lo cual resulta diferente, a la hora del naufragio, que si los acreedores fueran los grandes bancos internacionales.
En otras palabras, Grecia o Portugal cayeron cuando los inversores extranjeros les cerraron la provisión de fondos, en Japón no parecería que los ciudadanos y empresas que financian al estado estuvieran en esa posición, además el estado tiene ahorrados USS800.000 millones en bonos del Tesoro estadounidense
El talón del Aquiles oriental
Así que, para financiar tamaño desequilibrio de gastos fiscales versus los ingresos, Japón mantuvo las tasas de impuestos a las empresas en el orden del 41%, mucho más alto que EEUU, o que sus vecinos asiáticos y aún que Europa
Y esa aspiradora fiscal convirtió a Japón en un lugar poco atractivo para las inversiones extranjeras.
Por tanto disminuyó la oferta de puestos de trabajo, lo cual afectó a las familias, y así el índice de natalidad se redujo a la mitad en las últimas décadas.
Entonces, como consecuencia de los factores explicados, la tasa de ahorro de las familias disminuyó de un 5% a fines de 1990 a un 2% en la actualidad.

La paradoja que estimula la reflexión.
Debido al volumen y alto valor agregado de sus exportaciones Japón mantuvo el superávit de su cuenta corriente, y además invirtió cerca del 3% de su PBI en el exterior.
Esa resulta la enorme contradicción, un del país que exporta capitales mientras está altamente endeudado.
Y eso se explica, entre otros factores, porque el fuerte ahorro de las jugosas utilidades empresarias encuentra oportunidades rentables fuera de su país. Y esto es fácil de corroborar si se recuerda la gran cantidad de plantas manufactureras de empresas japonesas dispersas ene todo el mundo (Ej.: Toyota, Sony, Mitsubishi)-
Mientras tanto buena parte de los mencionados ahorros de empresas y particulares comenzará a gastarse para sobrevivir al desastre de principios de marzo. Las familias debido a la pérdida de los empleos y bienes materiales, y las empresas para reconstruir sus plantas y soportar las bajas en las ventas.
En ese sentido solamente las pérdidas de la compañía energética Tokio Electric Power se estima en más USS 100.000 millones.
Según algunos analistas, dado el alto costo de los seguros contra terremotos, solo el 10% de los bienes de los japoneses se encuentran protegidos, por lo cual recaerán en el gobierno nipón las acciones de ayuda a la amplia mayoría de los damnificados.
Por eso llama la atención el comentario de quienes enumeran pretendidas ventajas y oportunidades económicas que las consecuencias del Tsunami traerán a Japón.
Por que la realidad es que esa nación estaba al borde del abismo financiero antes que el siniestro, mitad natural y mitad humano, empeorara el panorama.
Basta recordar en ese sentido que ya en enero del año 2011 la calificación de su deuda a largo plazo cayó a –AA, debido a la ausencia de planes gubernamentales para reducir el volumen del endeudamiento nacional.
Por lo tanto sería difícil entender cuales serían las nuevas oportunidades genuinas de inversión en un país que requerirá enorme ayuda social, tendrá menor empleo y por tanto menor consumo, repetimos, genuino.
Quedan la alternativa de aprovechar que el gobierno deberá aumentar su déficit para “capear” el temporal, y eso puede traer beneficios financieros, pero solo de corto plazo.
Porque desde el punto de vista de las inversiones sustentadas en los fundamentos económicos, de sano crecimiento y razonable nivel de endeudamiento, son pocas las perspectivas que se vislumbran.
Por cierto que grandes jugadores, como el gurú Warren Buffet o David Rosemberg, dijeron cuando la bolsa nipona cayó 20% días atrás que “Japón está barato y es momento de comprar”, aunque no mencionaron que papeles en particular.
Pero tal vez en ese concepto se podrían englobar algunas acciones de los “grandes nombres” de la industria y los servicios japoneses.
Así que, estimado lector, si usted tiene “resto” financiero porque sus inversiones están diversificadas como para “aguantar” un eventual chubasco y es amigo de las emociones fuertes, la alternativa de un viaje, aunque sea virtual, al imperio del sol naciente, no estaría descartado.

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