La noticia que ganó las primeras planas de los medios financieros durante el viernes pasado y el fin de semana fue el anuncio que, nuevamente, los inversores globales corrieron a refugiarse en los Bonos del Tesoro de EEUU por los temores relativos a las dificultades de la Unión Europea para manejar su crisis de deuda.
Por tanto, y dada esa mayor demanda, los títulos soberanos norteamericanos de dos y diez años de plazo bajaron su rendimiento al menor nivel de los últimos once meses.
Y ese derrumbe se contagió a los commodities y a las acciones europeas.
Y la razón de tal situación tuvo su origen en las declaraciones del vicecanciller alemán, Werner Hoyer, al opinar que “la reestructuración de la deuda griega no debería ser un desastre”.
Y, como lo que se calla importa más que aquello que se explicita, los mercados leyeron en esas expresiones que el riesgo de un colapso podría estar muy cerca en Grecia y contagiar, por tanto, a buena parte de Europa, así que los inversores se apuraron a salir de inversiones especulativas y comprar activos seguros.
Pero, en realidad, esa actitud reciente de los mercados en el fondo denota la debilidad del escenario económico y financiero de la Alianza Europea, el cual parece balancearse en una delgada e inestable cuerda aunque muchos de sus voceros se empeñen en negarlo.
El trasfondo de los “rescates”.
Tiempo atrás Alemania y Francia alegaron que acudir en ayuda de Grecia y de otros vecinos en problemas podría ser indispensable para salvaguardar a la eurozona.
Y esa declaración funcionó como una cortina de humo que desdibujó parte de la realidad, ya que la verdadera preocupación de ambos países era sobre todo salvar a sus propios bancos.
Y eso sería a sí porque alemanes y franceses tienen-aún- créditos pendientes de cobrar a la nación griega por 119.000 millones de euros, más otros 800.000 millones de euros a otros países vulnerables como España, Portugal e Irlanda.
Y, para entender la importancia relativa que tiene dicha exposición, bien podríamos decir que el total de la cartera en riesgo representa, por ejemplo, el 40% del portafolio total de préstamos del Deutsche Bank, o casi el 3% del PBI de Francia.
Así mismo el sector bancario germano-francés en conjunto tiene asentados en sus libros el 50% del total de la asistencia crediticia que el sistema financiero europeo otorgó a los mencionados países con problemas de pagos.
Por otro lado resulta sintomático que la información que da cuenta de la exposición de cada banco en forma individual a créditos de Grecia, España y Portugal sea poco menos que secreto de estado.
Entonces, esa reserva informativa despierta resquemores entre los inversores y llevó a que, otro ejemplo, las acciones de Deutsche Bank perdieran casi 24% de su valor en el último año.
Así se explica porque tanto Berlín como París, desde el primer momento de la crisis de deuda europea, respaldaron los impopulares planes de rescate a sus socios más débiles.
La data de última hora
Por supuesto que el comentario alemán que la deuda griega no “debería” desmadrarse generó el viernes 15 de abril la caída tanto de la moneda euro como del precio de la deuda griega.
Es que esa aseveración se tradujo, poco más o menos, en que todo el esfuerzo financiero realizado para evitar la caída en default de Grecia podría resultar insuficiente y caer en saco roto.
Sin embargo otra lectura bien podría ser que los comentarios efectuados se traten de una “operación” por parte de la UE sobre el gobierno del Premier Papandreu para que” apriete” mas la soga del ajuste fiscal.
Al mismo tiempo el Premier de Grecia Papandreu, en la última reunión de gabinete, dijo que la solución para los problemas “pasa por reestructurar el país mas que la deuda”.
En sentido opuesto al político griego el reconocido economista Nouriel Roubini subrayó, en una de sus recientes conferencias, que la duda “más que si Grecia reestructuraría sus deudas, era cuando lo haría”, dando por hecho un “default ordenado” de Atenas.
Por supuesto que, ante semejantes expresiones y con la alta sensibilidad que padecen las finanzas globales actualmente, todas las alarmas de los mercados volvieron a encenderse.
Es que, mas allá de los comunicados y las expresiones políticas, los inversores desconfían y temen que la verdadera situación de los países más débiles de la UE sea aún mas grave de la que reconocen sus autoridades y que, por lo tanto, lo peor esté aún por venir tanto para los bancos de la eurozona y la moneda euro como para la economía de la alianza en su conjunto.
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martes, 19 de abril de 2011
Grecia sale a recatar a la Unión Europea
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