Estimado lector pierda cuidado, ningún olvidable ministro de Economía de los ´80 vuelve a la palestra, simplemente el título de la columna refleja el pensamiento de muchos analistas de inversiones globales y, por tanto, conviene tenerlo en cuenta en la administración de los portafolios de inversión.
De acuerdo a ello, y a pesar de cierta recuperación temporal de la divisa estadounidense, son pocos los que se fían de su consistencia a largo plazo.
En ese sentido el Banco Mundial pronosticó poco tiempo atrás que, para el año 2025, la supremacía del “grenback” será reemplazada por una canasta de moneda entre las cuales sobresaldrían el Euro y el Yuan, y eso aunque hoy en día la primera de las divisas nombradas pelea por su supervivencia mientras que el signo monetario chino ni siquiera es convertible mucho más allá de las fronteras de la Gran Muralla.
Y en sintonía con ese sentimiento negativo en relación al porvenir del billete norteamericano se manifestaron recientemente diversos administradores de importantes Fondos de Inversión Globales, aun cuando la divisa verde ganó un 4% de valor en las últimas jornadas.
Por lo tanto desde Bill Gross, gerente del fondo Pimco, que administra USS241.000 millones de los inversores, hasta Anthony Norris de Wells Fargo, se mostraron convencidos que, aún mucho antes de los plazos estimados por el Banco Mundial,
el dólar perderá terreno frente a los signos monetarios de diversos países emergentes e, incluso, frente al dólar australiano y la moneda noruega.
Porque esas naciones, cuyas divisas aspiran a la corona de liderazgo, ganan terreno diariamente ya que gozan de mejores perspectivas de crecimiento económico, mayores tasas de interés y balances fiscales más saludables que harían peligrar la, hasta hoy, verdad axiomática que reza “ el dólar es rey” .
Y prueba de lo anterior sería que el dólar de EEUU resignó un 12% de su valor durante el año 2010 medido contra un conjunto de otras monedas globales- según el trade weighted index- que incluye las de Japón, Australia y zona Euro entre otras.
De acuerdo a ello los inversores buscaron desde hacer tiempo identificar alternativas de mayor rentabilidad en las opciones de renta fija, por lo cual volcaron buena parte de su capital a títulos de mercados emergentes nominados en la moneda del país emisor, dentro de los cuales las naciones asiáticas tuvieron privilegiada aceptación.
Y la mencionada preferencia probablemente continúe en el futuro sobre todo si se tiene en cuenta que, según pronósticos del FMI, las economías de esa región del mundo crecerán a una tasa estimada en más del 8% este año contra un 2,8% de EEUU.
Más aún, existe consenso en que el Yuan será convertible antes del año 2017 y pasará a formar parte, junto al euro y el yen, de las monedas globales utilizadas por los bancos centrales del mundo como divisas de reserva de sus tesoros nacionales.
Y, mientras ese momento llega, el Yuan sigue su camino de apreciación frente al dólar (más de 4% en el último año), e igual ruta transitan algunos aliados comerciales del Dragón como Corea del Sur y Malasia, por lo cual los activos financieros nominados en sus divisas se tornan más atractivos para aquellos que, como los argentinos, medimos la rentabilidad financiera en dólares estadounidenses.
En otras palabras, y a título de ejemplo, aquel inversor que en el mes de noviembre del año 2010 vendió dólares para invertir en la moneda de Malasia hoy se encontraría con una rentabilidad por diferencia de cambio mayor al 4% en seis meses.
Y eso debido a que a finales del año pasado para comprar un dólar de EEUU eran necesarios 3,1585 ringgit, mientras actualmente para comprar una unidad de moneda estadounidense alcanza con algo más de 3,0228 billetes malayos.
Por cierto que son pocos los inversores que se animan a invertir en activos
de países tan “lejanos” en materia financiera como Malasia, pero existen Fondos de Inversión disponibles que contienen dichos instrumentos y otros similares de la región asiática.
Y también se destacan otras regiones, de fluidas relaciones comerciales con China y sus aliados, que podrían ver fortalecidas sus monedas, como Nueva Zelandia y la ya mencionada Australia.
Por otro lado, y en relación a la nación australiana, la deuda de su gobierno ofrece hoy una tasa de interés a un año de plazo cercana al 4,83%, mientras que el dólar de EEUU retribuye a los inversores en ese plazo con 0,15%.
Además los australianos tienen un nivel de desempleo igual a la mitad del que sufre el país del norte, amén de un endeudamiento mucho menor en relación al PBI.
Por todo lo cual el premio por riesgo Australia/EEUU resulta más que tentador para muchos inversores.
Tal vez por esa razón, según Bloomberg, la moneda australiana se revaluó frente a su par americana un 27% durante el año 2010, y cotiza hoy a 0,7931 australiano por US dólar, y ya hay quienes especulan con que alcanzará la paridad en algún tiempo más aunque nadie se anime a poner fecha en el calendario para tal evento.
Y el consenso de mercado le asigna también renovada tendencia alcista frente al dólar EEUU tanto a la corona noruega como al dólar canadiense.
Parecería entonces que la actual política monetaria y fiscal que lleva adelante EEUU representa un cocktail que debilitará el poder de su divisa a largo plazo, y eso a pesar que cada tanto muestre algunos rebotes alcistas.
Por tanto, podríamos resumir el sentimiento del mercado en relación a las perspectivas a largo plazo de la moneda que domina al mundo desde el año 1944 en la simple expresión de inicio de nuestra columna: el que apuesta al dólar pierde.
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lunes, 30 de mayo de 2011
Para muchos “el que apuesta al dólar pierde...”
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