martes, 26 de julio de 2011

Acuerdo para aumentar la deuda en EEUU. Que pasaría el día después.

Sin tregua, casi, las pulsaciones del mundo financiero se alteran o tranquilizan según las noticias que se conozcan relativas a la fragilidad de las economías de Europa o EEUU.
Por lo que se sabe, y según algunas últimas decisiones de la UE, se alejarían por el momento los riesgos inminentes de impagos de deudas soberanas europeas.
Por lo tanto nos parece interesante poner foco en las tierras del presidente Obama.
Y comentar las razones por las cuales, probablemente, los poderes gobernantes de EEUU tratarán de llegara a algún tipo de acuerdo tal que permita al Tío Sam cumplir con el pago de sus deudas.
Además, lo más importante, cual sería el escenario en los meses posteriores a ese esperable pacto que permitiría, de lograse, un aumento del nivel de endeudamiento en el país del norte.
Pero también analizar que sucedería si triunfara la hipótesis que sostiene la conveniencia que tendría para los norteamericanos incumplir con sus cuentas a pagar.

Razones para un pacto de corto plazo.
Entre los acreedores ansiosos y a la espera de un acuerdo se encuentra China quien financia buena parte del déficit estadounidense y que, como se sabe, y descarta que pueda cobrar sus acreencias sin problemas.
Pero también se encuentran en la fila de caja los gastos de Defensa e Inteligencia, los salarios de la burocracia gubernamental, de seguro social, etc.
Más importante aún, los senadores que a estas horas se encuentra en pleno debate y regateo presupuestario viven dentro de los EEUU.
Eso implica que, si persistiera el desacuerdo y el país entrara en cesación de pagos, todo el andamiaje que sostiene al dólar como principal moneda de pago y atesoramiento global se derrumbaría.
E igual destino amenazaría al valor de inmuebles, acciones, bonos, y hasta las diarias compras de supermercado.
Porque ¿Quién aceptaría comprar o vender cualquier bien tangible en la moneda de un país en default?
Y un dato que conviene recordar, tal vez poco académico pero real, es que los señores parlamentarios seguramente tiene sus bienes, o parte de ellos, dentro de las fronteras americanas y nominado en dólares.
Todo lo cual haría presumir que todos tendrán cierto cuidado a la hora de tomar decisiones para evitar perjudicar, además de a sus electores, sus propios patrimonios personales.

¿Y si triunfara el desacuerdo?
Por supuesto que existe la posibilidad de una ruptura.
Y, en este caso, esa sería pensar que a EEUU le convendría desconocer todo o parte de su deuda si con ello lograra transferir su crisis a los demás países del mundo.
Pero, desde nuestro punto de vista, tal hipótesis tiene bajas chance de ocurrencia por las razones mencionadas en los párrafos anteriores.
Además, en otras palabras, un incumplimiento de sus deudas le podría resultar al país del norte muchísimo más caro que, como hasta ahora, continuar con la política de emitir “papel pintado” para cumplir con sus obligaciones.
Pero, aun así ¿y si el Apocalipsis se hiciera realidad?
Es difícil anticipar en este caso el límite de los daños que una catástrofe por suceder ocasionaría, aunque fuera transitoria, pero aún así algunas apreciaciones son posibles.
Por ejemplo el presidente Obama se vería obligado a reducir los gastos en casi un 10% del PBI para que le alcance el dinero disponible, meta imposible de cumplir sin un enorme caos social.
Así mismo la deuda americana tendría una rebaja definitiva en su calificación, y además ocurriría un in evaluable daño para la divisa americana.
Por tanto los mercados podrían entrar en crisis hasta que se llegara a un acuerdo de renegociación de las deudas.
Y eso, solo para empezar.
Porque probablemente las economías de todo el mundo recibirán un impacto severo en sus economías, de magnitud desconocida hasta hoy.



Un escenario posible: Existe acuerdo pero la deuda de EEUU pierde su calificación “AAA”

Una hipótesis que si tiene probabilidad de ocurrencia sería que se evite la caída en default pero las agencias calificadoras de riesgo decidan bajar un escalón (hacia AA) la deuda soberana norteamericana debido al excesivo volumen de la misma.
Pero el impacto tendría relativamente menor relevancia y, por ejemplo, existirían algunos reacomodamientos en el mercado de deuda.
O existiría un problema para las compañías de seguros o estados que deben tener parte de sus fondos invertidos solo en bonos de máxima calificación crediticia (AAA).
Por lo tanto ese tipo de inversores deberían recurrir, por ejemplo, a bonos soberanos austríacos que tienen la máxima calificación.
Pero los fondos a reubicar serían cuantiosos y, difícilmente, una economía de las dimensiones de Austria pudiera recibir tal aluvión de dinero. Es más, conviene recordar, el país europeo está dentro de la zona euro, por lo cual carece de soberanía en el manejo de su moneda.
Por otro lado ya Japón perdió grados de calificación, y seguramente Europa lo seguirá en ese destino ante el default “selectivo” de Grecia.
Y en ambos casos las opiniones de las calificadoras fueron poco importantes para los mercados que se guiaron, si, por lo que consideraron la realidad económica de las mencionadas regiones más que por el estudio de Moody´s o Fitch.

Así que, si el país del norte perdiera un blasón en la calificación de su deuda, sería de esperar que ocurrieran solo unos días de volatilidad por ese motivo, y poco más que eso.

Sin embargo para algunos analistas, aunque se alcanzara un acuerdo que evitara el desastre, la incertidumbre seguirá presente en los mercados financieros según las particularidades que tenga tal convenio.

Y eso porque, del análisis pormenorizado de las obligaciones del tesoro estadounidense, surge que para tener al menos tres años de gastos cubiertos se debería permitir una emisión de USS 4Trillones, de manera tal de desahogar la caja del Tesoro hasta el año 2014.
Eso habilitaría además transcurrir el año 2012, de elecciones, sin los sobresaltos de las actuales negociaciones que son, casi, de supervivencia.

En síntesis, como es posible ver, el final de juego está abierto.
Y muchos contenemos el aliento porque, si el problema estallara, los daños irían mucho más allá del mercado financiero y probablemente alcanzarían a la economía de todas las personas con independencia del lugar del mundo en el que habiten.

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